miércoles, 4 de mayo de 2016

El Ladero, Mandadero

El “Ladero-Mandadero”: Un Personaje Oscuro de La Política

El “Ladero-Mandadero” es el típico personaje “político” que anda al lado de un dirigente y hace los mandados. La degradación de la política, tal cual analice en otro articulo http://www.omarniz.blogspot.com.ar/2015/01/politica-de-militantes-y-de-buscas.html ha permitido que este personaje fuera, paulatinamente, tomando preponderancia frente al Militante.  El “ladero-mandadero” es un actor que atraviesa las fuerzas tradicionales de la política Argentina. Lamentablemente, creo que las nuevas fuerzas también tienden a procurar hacerse de este tipo de “servidores” todo terreno.  Trato en este articulo de identificar al personaje, de manera que nos permita discriminar entre quienes se valen de ellos y quienes no en la actividad política.

El Personaje.
El “ladero-mandadero” es un solitario político, rodeado de algunos pocos súbditos. El “ladero-mandadero” no tiene compañeros ni correligionarios ni camaradas. El se vale de un pequeño “sequito” de seguidores de su misma calaña. Para arriba no reconoce conductores políticos, solo jefes a los cuales les debe su poder. Se arrastra para arriba y pisotea para abajo.
Tradicionalmente, su poder deriva  de la influencia que presume, producto  de caminar y estar siempre cerca del dirigente. Es un  actor marginal, que no tiene poder por sí mismo. Su mediocridad le hace creer que si lo tiene y construye esta percepción en el espacio público.  Esta construcción de su propio relato, le permite sobrevivir y vivir de “la política”.   
Su vida, solía transcurrir en la ficción de ser un actor relevante en el mundo político.  Pero siempre fue solo un marginal de esta actividad pública.  En el mejor de los casos, concluía su existencia en libertad y rodeado de otros tipos marginales sobrevivientes del sistema ilegal.
El cine argentino nos ofrece una muestra acabada de este personaje. En “Asesinato en el Senado de La Nación” el actor Miguel Angel Solá interpreta a Ramón Valdés, un típico “ladero-mandadero” de la época.  La amoralidad e indignidad del personaje, caracteriza al “ladero-mandadero” argentino. En aquella época, cuando reinaban los conservadores pero  también actualmente; época de “progresistas”.

El nuevo “ladero- mandadero”
En esta última etapa democrática, este personaje oscuro ha ido tomando relevancia política. Sin por eso, haber perdido su característica básica (jefe de un pequeño sequito inmoral, vendedor de influencias de todo tipo). Esta forma de construcción, que no traspasaba los límites marginales de la política, paulatinamente, fue transformándose en una forma de construcción del poder político “moderno”.  Sus métodos (secretismo, oscuridad y deslealtad para abajo) comenzaron a  ser valorados por determinados dirigentes como una forma eficaz para sostener el poder sin demasiado compromiso. El “ladero-mandadero” acompaña al dirigente en la construcción del poder. Una vez conquistado el objetivo, el dirigente se vale del  “ladero-mandadero” para sostener el poder de una forma “económica” y “eficaz”.   Más Tarde o más temprano, el dirigente queda envuelto en la lógica del “ladero-mandadero”. El personaje y su séquito, manejan información inconveniente para el dirigente, por lo que este se ve obligado a compartir parte de su poder.
De esta manera, el “ladero-mandadero” deja de ser parte marginal de la política y comienza a ser un actor político de menor o mayor relevancia de acuerdo a la circunstancia.   El clásico Militante con convicciones es reemplazado, en la acción política, por un actor político inmoral, corrupto, “todo terreno”.  Algunos de estos, han crecido de tal forma, que incluso lograron ser electos por el pueblo para ocupar cargos de jerarquía.
Nuestra joven democracia, tiene estos lados oscuros. Es necesario alertar sobre estos peligros y otros que acechan sobre la voluntad popular.  Espero estas líneas sirvan para, al menos, identificar a estos personajes que tanto daño hacen a la vida política.


Omar Niz