El
“Ladero-Mandadero”: Un Personaje Oscuro de La Política
El “Ladero-Mandadero” es el típico personaje “político”
que anda al lado de un dirigente y hace los mandados. La degradación de la
política, tal cual analice en otro articulo http://www.omarniz.blogspot.com.ar/2015/01/politica-de-militantes-y-de-buscas.html ha permitido
que este personaje fuera, paulatinamente, tomando preponderancia frente al
Militante. El “ladero-mandadero” es un
actor que atraviesa las fuerzas tradicionales de la política Argentina.
Lamentablemente, creo que las nuevas fuerzas también tienden a procurar hacerse
de este tipo de “servidores” todo terreno.
Trato en este articulo de identificar al personaje, de manera que nos
permita discriminar entre quienes se valen de ellos y quienes no en la
actividad política.
El Personaje.
El “ladero-mandadero” es un solitario político, rodeado
de algunos pocos súbditos. El “ladero-mandadero” no tiene compañeros ni
correligionarios ni camaradas. El se vale de un pequeño “sequito” de seguidores
de su misma calaña. Para arriba no reconoce conductores políticos, solo jefes a
los cuales les debe su poder. Se arrastra para arriba y pisotea para abajo.
Tradicionalmente, su poder deriva de la influencia que presume, producto de caminar y estar siempre cerca del dirigente.
Es un actor marginal, que no tiene poder
por sí mismo. Su mediocridad le hace creer que si lo tiene y construye esta percepción
en el espacio público. Esta construcción
de su propio relato, le permite sobrevivir y vivir de “la política”.
Su vida, solía transcurrir en la ficción de ser un actor relevante
en el mundo político. Pero siempre fue
solo un marginal de esta actividad pública.
En el mejor de los casos, concluía su existencia en libertad y rodeado
de otros tipos marginales sobrevivientes del sistema ilegal.
El cine argentino nos ofrece una muestra acabada de este
personaje. En “Asesinato en el Senado de La Nación” el actor Miguel Angel Solá
interpreta a Ramón Valdés, un típico “ladero-mandadero” de la época. La amoralidad e indignidad del personaje,
caracteriza al “ladero-mandadero” argentino. En aquella época, cuando reinaban
los conservadores pero también
actualmente; época de “progresistas”.
El nuevo “ladero- mandadero”
En esta última etapa democrática, este personaje oscuro
ha ido tomando relevancia política. Sin por eso, haber perdido su
característica básica (jefe de un pequeño sequito inmoral, vendedor de
influencias de todo tipo). Esta forma de construcción, que no traspasaba los límites
marginales de la política, paulatinamente, fue transformándose en una forma de
construcción del poder político “moderno”. Sus métodos (secretismo, oscuridad y
deslealtad para abajo) comenzaron a ser
valorados por determinados dirigentes como una forma eficaz para sostener el
poder sin demasiado compromiso. El “ladero-mandadero” acompaña al dirigente en
la construcción del poder. Una vez conquistado el objetivo, el dirigente se
vale del “ladero-mandadero” para
sostener el poder de una forma “económica” y “eficaz”. Más
Tarde o más temprano, el dirigente queda envuelto en la lógica del
“ladero-mandadero”. El personaje y su séquito, manejan información inconveniente
para el dirigente, por lo que este se ve obligado a compartir parte de su
poder.
De esta manera, el “ladero-mandadero” deja de ser parte
marginal de la política y comienza a ser un actor político de menor o mayor
relevancia de acuerdo a la circunstancia. El clásico Militante con convicciones es
reemplazado, en la acción política, por un actor político inmoral, corrupto,
“todo terreno”. Algunos de estos, han
crecido de tal forma, que incluso lograron ser electos por el pueblo para
ocupar cargos de jerarquía.
Nuestra joven democracia, tiene estos lados oscuros. Es
necesario alertar sobre estos peligros y otros que acechan sobre la voluntad
popular. Espero estas líneas sirvan
para, al menos, identificar a estos personajes que tanto daño hacen a la vida
política.
Omar Niz