De Caranchos y Racionales
Guerra Civil?
Hay sectores de la política Argentina que vienen proponiendo,
en su discurso, la idea de que hay dos
tipos de argentinos: los que aman a la patria y los que quieren su perjuicio.
Los que piensan como ellos, aman a la patria; son amigos, compañeros,
camaradas. Los argentinos que piensan distinto, son enemigos. No hay término
medio. A los tibios, Jesús dijo que los vomitaría de su boca, argumentan. Perón, en su libro “Conduccion Politica”, http://www.jdperon.gov.ar/institucional/cuadernos/Cuadernillo11.pdf cuenta que, en todo proceso revolucionario hay que
organizar todo lo que se pueda. Lo que
no se pueda organizar, hay que neutralizar y lo que no se pueda organizar ni
neutralizar, hay que eliminar. Ejemplos:
la revolución francesa y la revolución bolchevique. Lo mismo que cuando se organiza
la resistencia ante un ejército invasor.
¿Hay posibilidad de un proceso verdaderamente revolucionario en la
Argentina? , es decir, ¿un cambio total y radical de las estructuras de nuestra
sociedad? ¿Estamos ante la inminente presencia de un ejército invasor? O los
que animan este discurso son solamente ” caranchos”, dispuestos a cualquier cosa para recuperar sus
privilegios? . Hay riesgo de guerra civil? O este discurso quedara anclado en los
dirigentes que lo proponen sin penetrar en las bases? Tratare, en este texto, de
arrimar algunos elementos de análisis que pretenderán argumentar esta
apreciación de nuestra realidad social y política.
Amigo-Enemigo
Carl
Schmitt, Filósofo alemán, pensador del nacional socialismo que, entre otros,
dio sustento ideológico al nazismo https://es.wikipedia.org/wiki/Carl_Schmitt, proponía que en la lucha política
había que identificar claramente al enemigo. Según Schmitt, en esta lucha hay
solamente dos actores: Los amigos y los enemigos. Los que no son amigos, son
enemigos.
Si
observamos y analizamos un poco nuestro entorno social, podremos observar que, en los últimos meses, se han profundizado
las diferencias de opinión política en el grupo de amigos, en el grupo familiar,
de compañeros de trabajo y entre
vecinos. El discurso de los que “bajan
línea” desde algunos medios de comunicación, se ha ido radicalizando en forma
cada vez más violenta y paulatinamente penetrando en algunos grupos sociales. Sumado
a las acciones de algunas organizaciones políticas, las diferencias de opinión
entre argentinos van convirtiéndose en diferencias pretendidamente “ideológicas”,
“culturales”, de fe. Diferencias insalvables.
El Familiar, amigo, compañero de trabajo o vecino que piensa distinto comienza
a ser “el otro”, la personificación del enemigo. Ese enemigo “cipayo” que,
siendo argentino, se pone del lado del “interés extranjero” que opera para
aprovecharse de nuestros trabajadores, “explotando a los pobres de la patria”
etc, etc. Algunos de los que impulsan este discurso, son los que instrumentaron
políticas que lograron aumentar la pobreza del 10 al 30 % entre 1983 y 2015,
ampliando notablemente la desigualdad social.
Esta acción
política de grupos desesperados y
minoritarios, pero muy activos, tienden a ampliar las bases sociales de sus
agrupaciones. Como consecuencia de los
problemas económicos que atraviesa el país, ganan adeptos. Al mismo tiempo, la reacción en sentido
contrario, comienza a radicalizarse.
Divididos en Tres
Tal vez,
estemos en presencia de una sociedad argentina dividida en tercios. Tres grandes grupos sociales, claramente
definidos. Un 33% de nuestra sociedad les cree, y en algunos casos
fanáticamente, a estos grupos que llamo “caranchos”. Dirigentes en abstinencia de poder. Son
“caranchos”, porque quieren el poder político a cualquier precio ¡Hagámonos del
poder y después vemos para que! . Otro 33% social, es refractario al primero.
Lo conducen grupos de dirigentes que llamo “racionales”. La racionalidad, puede ser producto del
interés. En general, son los que tienen responsabilidades: ejecutivo nacional,
gobernadores, intendentes, dirigentes sindicales, empresarios, etc. Ellos saben,
que todo enfrentamiento entre argentinos los puede perjudicar en sus
expectativas, en sus intereses. Toda guerra civil, como sea que se desarrolle, siempre
es de suma cero. Nadie gana, pero en la crisis que produce hay un seguro
perdedor: el económicamente más débil, el más pobre. Estas dos posiciones se van convirtiendo en irreconciliables y a mi criterio, configura la actual “guerra
civil” argentina. Por ahora, una guerra que se libra en el plano del
discurso, el insulto, pero que está escalando hacia la violencia plena.
En psicología,
se dice que el fanatismo político siempre es corporal. El fanatismo, desprecia
la lucha en el plano de las ideas. El fanático ataca a la persona. Personifica
y descalifica al oponente. Lo convierte en enemigo, alguien que no merece
justicia.
El fanatismo
político, inevitablemente termina en violencia. Cuando esto ocurre al interior
de un país se denomina guerra civil, aunque las batallas se libren en términos
de violencia verbal, por ahora.
El 33%
restante, observa, trabaja, construye mundos interiores y tiene miedo. Este sector de nuestra sociedad inclinara la
balanza, de esta “guerra civil”, para un lado o para el otro. O tal vez, y es deseable
que así suceda, sea capaz de construir una alternativa.
Kirchneristas,
Troskistas, grupos radicalizados del catolicismo, millonarios presos y
millonarios por caer, junto al poder
financiero especulativo que siempre saca ventaja en toda crisis social y política,
conforman la estructura de los “caranchos”.
Las agrupaciones que conforman Cambiemos, la mayoría de gobernadores e
intendentes Peronistas, una mayoría de gremios y los sectores productivos,
conforman la estructura de los “racionales”.
Los
“caranchos”, apuestan a la interrupción institucional. La caída del gobierno
nacional y si es posible, también el de la pcia de Bs. As. en el transcurso de
este año o en los primeros meses del próximo.
Los
“racionales”, apuestan a sostener la gobernabilidad y que se pueda elegir
libremente la continuidad o el cambio en octubre de 2019.
Resta saber
si el 33% que por ahora observa, trabaja, calla y tiene miedo, tendrá voluntad
de ayudar a sostener la gobernabilidad. Y
en ese caso, si acompañaran la construcción de una alternativa o, como en el cuento de Cortazar “Casa
Tomada”, tiraran la llave y se
desentenderán del futuro de la patria.
Omar Niz